Tengo un pequeño chantajista en casa, emocionalmente hablando claro.
No se si os pasa a vosotras, pero en mi caso el pequeño de Lucas era el centro por el cual pasaban todas las decisiones, todo se cuestionaba en base al beneficio del peque. Cuando estábamos a punto de tenerlo con nosotros, a pocos meses de dar a luz, teníamos clarísimo que seguiríamos viajando y haciendo casi las mismas cosas, que nuestro hijo no nos iba a condicionar. ¡Ja! Qué ilusos.
Su llegada, revolucionó y cambio todo nuestro mundo, nuestro hábitat se convirtió en una especie de cárcel de máxima seguridad anti ruidos, golpes, control de temperatura…
El caso es que poco a poco fuimos superando todas las etapas (menos la de no dormir) con más o menos gracia y soltura. Pero sin darnos cuenta, al pasar el tiempo y ser hijo único, se fue convirtiendo en un pequeño chantajista. Y es que claro, como íbamos a decirle que no a esta carita de pillín.
Al principio teníamos una chica que nos ayudaba con la casa y nos echaba una mano con él, yo estaba terminando mi grado superior y el husband todo el día viajando de acá para allá, aun así, cada viernes hacíamos una salida al cine o a cenar. Pero la chica resultó rana y si te he visto no me acuerdo. Entonces comenzó el caos. Se apoderó de nuestras vidas, después del cole todas las horas son por y para él, siempre acabábamos cediendo en casi todo. Hasta dejamos de tener nuestros momentos en solitario o de pareja. ¿Y lo de salir?, de eso ya, mejor ni hablamos. Él dependía de nosotros, pero nosotros también de él.
Después de la mala experiencia, ninguna niñera nos resultaba del agrado. Cuando encontrábamos a alguna, el monstruito nos chantajeaba hasta que nos íbamos, y claro, lo pasábamos fatal y toda la noche pendientes del móvil. Y así, con sus chantajes emocionales y sus lágrimas, dejamos de salir … ummm ¿un par de años? Pero mi buena amiga la psicóloga infantil, me dijo, que hasta aquí. A ningún niño le gusta quedarse sin sus papás y menos si no es un familiar o un gran conocido, alguien del entorno cercano vamos. Pero debido a que Lucas es alta demanda, se nos complica más, él es desconfiado por naturaleza, pero el síndrome del abandono o que no volamos le puede. Así que he hecho varios cambios en casa este último mes.
Para empezar, he aprendido a poner límites en casa y a darnos más espacio en solitario. Además, tenemos unas rutinas y a no ser por causa de fuerza mayor, son inamovibles. A pesar que Lucas es muy dependiente emocionalmente de nosotros , estoy tratando de que sea más autónomo, preparar su pijama para la noche, ayudarme a poner la mesa, recoger solo sus cosas. Lo de ir solo de una estancia a otra de casa, eso ya es otro cantar, el miedo le puede, pero lo vamos superando muuuy lentamente. En definitiva, a no depender tanto de mí. Obviamente siempre estoy disponible cuando algo no le sale o se frustra o ha tenido un mal día, y entonces hacemos juntos ciertas tareas para que vea que siempre tendré una escucha amplia para él. Y reforzando su autoestima y permitiéndole crecer, que en definitiva es de lo que se trata, llegará el momento, en el que esté mentalmente fuerte para afrontar una noche sin papis. Y os adelanto que será muy pronto jeje.
Pero entre nosotras, es muy probable que yo lo lleve peor que él.
Caterina Prat
Qué emoción ver mis fotos en tu blog! Qué bien lo pasamos jugando con Luc!
Caterina Prat
Qué emoción ver mis fotos en tu blog! Qué bien lo pasamos jugando con Luc!