Llegan las fiestas navideñas, adorables para algunos y aterradoras para otros.
A mi la verdad es que las navidades ni me encantan ni me desencantan y he de decir que tener al peque tampoco ha cambiado mi visión de estas fiestas. El caso es que este año vamos de vacaciones a Extremadura y claro estará la familia al completo y mi familia es muy plan “Almodóvar”, vamos que tienden a la exageración. De hecho, el primer momento dramático ya lo estamos pasando, os pongo en situación.
Mamá: ¿hija, para cenar, que hago?
Yo: mamá, lo de siempre, lo que tú quieras.
Mamá: bueno, lo que quieras, lo que quieras… tampoco, porque como ahora eres vegetariana, vegana o lo que sea esa moda nueva…
Yo: mira mamá, sabes que soy vegetariana desde hace bastante, y no te preocupes yo tomare la sopa, ensalada y prepararé algún plato para los que quieran tomar algo más ligero.
Y esto es solo el comienzo. Pero es que a mí, todas las navidades, todas, me pasa lo mismo con el tema de la comida, ya sea en casa de mis padres, en los de mis suegros o en la Conchinchina, el tema de mi comida siempre sale a relucir.
Otro tema que me acaba por agobiar bastante es, planear los días que estamos fuera, pero no en plan visitamos un país o una ciudad nueva y hacemos planes, noooooo, yo digo en plan, planeamos cosas que podamos hacer todos juntos, desde los 2 años a los 80. Pues ya me diréis que podemos planear en este caso que no sea, visitar el típico mercado navideño, tomar unos churros con chocolate, visitar belenes y estar en casa pasando el rato, que además con el frío que hace por estas fechas en Extremadura, más no se puede hacer.
Pero este año me he propuesto, pasar nochebuena de una manera más… positiva y no tan perezosa como otros años.
Para empezar en casa no tengo árbol. ¿Tienes un peque en casa y no pones árboooool? ¡NO! Y es que lo que mas rabia me da no es ponerlo, es quitarlo, así que nada de árbol, pero tenemos a “Elf on the shelf”. No sé si conocéis la historia, es un elfo que llega a casa el 1 de diciembre, y cada día observa si el niño o niños se portan bien, colaboran, hacen sus deberes etc. para pasar un reporte cada noche en un viaje mágico hasta el Polo Norte, y contárselo a Santa. Eso sí, cada noche los papis tienen que coger al elfo y ponerlo en otro lugar, visible para los niños, y que piensen que realmente se ha ido a hacer su tarea por la noche.
Tengo que reconocer que en un principio la cara del elfo me echó un poquito para atrás, pero luego ya lo vi más mono, más pues eso, elfo. Ah y eso sí, hay que ponerle nombre según indica el libro para que se ponga en modo mágico. Mi Lukis que nunca ha entendido eso de ponerle nombre a los peluches pues le llama Elfo, sin más. Sobra decir que cuando veo que me va a hacer alguna trastada le suelto la de, ¡el elfo se lo va a decir a Santa y ya verás! Y parece que se lo piensa dos veces. Lo malo es que cuando se acaba la navidad hay que guardarlo hasta el año siguiente y ya no vale la frasecita.
En definitiva, que nosotros con nuestro elfo y mi premisa de mas verdura y menos gordura, pasaremos las navidades como buenamente podamos. Y como además mi madre seguro que ha adornado la casa, ya casi que cumplimos con la tradición.
Sin lugar a duda, para mí, lo mejor de estas fiestas es, el concierto de navidad del Lukis. ¿Y a vosotros que os parecen estas fiestas?